31.1.08

·· En el azul de Madrid · Fco. Calvo Serraller

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Pollensa en amarillo, 1985 / 130x197 cm. /acrílico s/tela
En el Azul de Madrid
Antoni Socías, la última generación artística mallorquina
El País · Viernes 8 de noviembre de 1985
Con Miguel Barceló, Ferrán García Sevilla y Bartolomé Bennassar, por citar sólo a los más conocidos, Antonio Socías (Inca, 1955) es uno de los más notables pintores de la última generación artística mallorquina. Como todos estos isleños, en Socías, cuya formación tuvo lugar en Barcelona durante la pasada década, se da también ese doble movimiento contradictorio, centrífugo y centrípeto, el ansia cosmopolita y el recogimiento ensimismado.
Ahora mismo parece hallarse, sin embargo, en la fase más abierta de la dispersión: Silencio Básico, título común que ha elegido para las tres exposiciones que presenta simultáneamente en Palma de Mallorca, Barcelona y Madrid, es, como se afirma en el catálogo que las acompaña, el resultado de un trabajo artístico basado respectivamente, según el espacio geográfico donde ha sido ubicado, en el realce de uno de los tres colores primarios: el amarillo, en Palma de Mallorca; el rojo, en Barcelona; y el azul que pertenece a Madrid, dos tonalidades cálidas frente a una fría.

Símbolos telúricos
“Yo no existo”, afirma Socías, “Soy una ilusión óptica, como el frío”. La afirmación puede tomarse como un dato más, revelador de la sustancia poética compleja con que concibe este pintor joven su método creador: una mezcla entre el aprovechamiento directo de la tradición antropológico-artística local y de los símbolos telúricos más primarios, pero sin renunciar nunca al distanciamiento analítico, a la reflexión psicológica y estética.
Respecto a lo primero, es fácil apreciar en su pintura la fidelidad a esas raíces artísticas catalanas magicistas, que, desde el románico, , rebotan en Miró, en los pintores del Dau al Set, en Zush, así como la vinculación más concreta con cierto paisajismo mallorquín de luces restallantes, en la línea del Mir insular, de Anglada, de los seguidores de éste integrados en la llamada Escuela de Pollensa, y hasta casi del propio Ramis, al menos en lo que se refiere a los azules nocturnos. Respecto a lo segundo, la presencia subterránea de un punto de ironía, de desdoblamientos calculados.

Pintor rápido
Por lo demás, Antonio Socías es ciertamente un pintor rápido, dotado con estas facultades que hacen que la mano siga sin problemas al cerebro en ebullición, a los borbotones raudos de afectos inspirados. Así y con todo, sus cuadros poseen unas cualidades soterradas y se vuelven lógicamente exigentes con el espectador de mirada rápida y superficial.
Creo, en este sentido, que han sido la complejidad de su planteamiento creativo, antes glosado, y en general su sensibilidad sutil las que han alejado a Socías del aprovechamiento lineal de las modas triunfantes. Esto quizás le haga menos popular, pero aumenta su dignidad pictórica, el verdadero aval de cara al futuro. Pues que a alguien le salgan cuadros como el titulado Pollensa en amarillo significa mucho; pictóricamente, ha de decirlo todo.