20.2.08

·· Verdades como puños · Juan Bosco Díaz-Urmeneta

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Desierto Mediático, 2006 / 100x200 cm.
A propósito de la presentación de Desierto
en la galería Rafael Ortíz. Sevilla, enero-febrero 2007

La muestra se basa en dos viejas verdades: el arte no es un narcótico, sino un ejercicio de inteligencia, y no está aislado de la sociedad.

Muchos creen que el arte socialmente comprometido debe ser de fácil comprensión. Es un error que quizás arranque del arte entendido como agitación social, en las situaciones pre-revolucionarias del siglo XX, que más tarde se transformó en arte como propaganda, bien a favor del Estado revolucionario o de las opciones ideológicas cuando se afincaban en los parlamentos.

Pero el arte socialmente crítico es por sí mismo difícil: navega contra corriente, propone ideas alternativas a las de común circulación y habla sobre lo que usualmente se guarda silencio.

Éste es el caso de la muestra de Antoni Socías (Inca, Mallorca, 1955) en la galería Rafael Ortíz. La exposición tiene escasos elementos visuales: un gran mural compuesto por 30 rectángulos que contiene cada uno números de tres cifras trazados con spray, dos impresiones digitales (unas vistas aéreas de paisajes desérticos y una composición que coloca la cabeza del artista en un voluminoso cuerpo femenino), un video tomado en Kinshasa de varios fotógrafos de aquel país y una serie de cinco recipientes que contienen en su interior barro modelado, se dice, a puñetazos.

Pero esta reseña de la exposición es incompleta. Hay un elemento más, esencial: el texto del catálogo. En él, Socías medita sobre el arte en la sociedad española actual y sobre el arte y la sociedad española actual. Traza una suerte de esquema que pivota sobre seis grandes temas: el sistema del arte (del ideal de la creación al mercado, pasando por la Magna Pirámide, lugar donde el arte se integra en los poderes sociales), las actitudes de autores, críticos y público (del presunto genio al incansable repetidor de lo ya hecho), espacios donde se desarrolla la acción artística (desde el espacio reflexivo –poco visitado- hasta la thienda o los espacios de las instituciones), los discursos (con los que se disfraza la falta de ideas) y por fin, las posiciones a las que recurren los diversos actores ante semejante situación. Cada uno de estos apartados se desarrolla mediante entradas, como las de un diccionario, y con una poética adecuada y personal.

Las piezas expuestas no son sino ilustraciones del texto. Los reiterados números de tres cifras denuncian un ejercicio intelectual sin contenido; el barro trabajado a puñetazos remite a ese arte al que la espontaneidad sirve de coartada para no decir nada de interés, las fotos aéreas del desierto se refieren al que se extiende por la proliferación de medios de comunicación y el extraño autorretrato hace pensar en la difícil identidad del artista. El video, titulado Trans-desierto, muestra a una serie de profesionales de la imagen, algunos de considerable edad, que aún tienen deseos de aprender.

Cuando se ve en toda su intención, la propuesta de Socías ya no es difícil. Es dura. Un ejercicio crítico y autocrítico que vuelve a recordar dos viejas verdades: que el arte no es un narcótico sino un ejercicio de inteligencia y que no está aislado de la sociedad sino que vive en ella para bien o para mal. No es poco.

31.1.08

·· El valor del Taller Mental · Paulo Herkenhoff

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Escena Costumbrista: Jinete, 1992 / 125x187 cm.


El Valor del Taller Mental

Paulo Herkenhoff *
Texto para el libro/catálogo +Acreció (Casal Solleric_Palma de Mallorca, enero de 2000)

Para Antoni Socias el arte es una acto del taller mental. "Mi propia vida es una técnica más al servicio de las ideas, de la obra", declara el artista.1


Entre los artistas que experimentan con el arte como actitud, pocos manifiestan una presencia tan discreta como Socias. Su obra, articula operaciones antitéticas, y no simplemente clichés post-modernos como la ausencia de estilo personal. El artista ha escogido los procesos de la cultura contemporánea - tales como la interdisciplinaridad de los medios expresivos, la transculturación y la multiplicidad de lo real - que deben ser permanentemente utilizados y reinventados. De ahí que su obra haya sido descrita como un laberinto, cuyo territorio cambiante incluye capas geológicas de concepto, ironía, materialidad, historia, filosofía, tiempo, fenomenología. El texto de Santiago Olmo sobre Antoni Socias para la Bienal de São Paulo es un extraordinario ejemplo de cómo un diálogo productivo entre culturas puede enriquecer la mirada sobre un artista y respetar las diferencias. 2 En este texto, Santiago Olmo, con erudición y en la perspectiva de la Antropofagia y del canibalismo como práctica simbólica, construye la dimensión autofágica de Antoni Socias. En obras como Hambre Directa (1992), el artista consume sus antiguos cuadros hiperrealistas, al copiar sus fragmentos. El artista devora y se alimenta de su propia historia de artista. La reinvención de la pauta caníbal por Socias podría compararse a la obra de Hélio Oiticica o de Bruce Nauman. Son artistas que exploran ambivalencias y, cada uno a su manera, resuelven una metáfora mítica de violencia (o sea tal y como Occidente interpretó el canibalismo) en una transparente declaración de la necesidad concreta de participar en los valores del Otro. Socias priva a su acción antropofágico-caníbal de un teatro de patologías. Al comentar la Antropofagia y su propio origen en una entrevista con Rosa Olivares, afirma que "a los brasileños les podría explicar que históricamente, por tradición, yo vengo de una tierra, que es Mallorca, que ha sido invadida por otras culturas que nos han ido dejando y que hemos tenido que tragar con todo y regenerarlo, de hecho somos fruto de toda esa conjunción de romanos, fenicios, cartagineses, árabes, ingleses y todos los que hayan podido pasar por aquí".3

En el taller mental de Socias, también "la obra es su propio proceso. El proceso refleja la vida", comenta Olmo. Socias se retrata, toma restos que no utilizó en su taller, recicla sus obras anteriores. Se valoriza la experiencia de la elaboración intelectual y material de la obra, mientras que no se sitúa frente a la escena como Narciso. Se desencadena una fenomenología de la experiencia, mientras que ante todo elige y califica cuidadosamente el sujeto. No se trata de un yo transcendental. El campo es el de su experiencia de artista y no la de un sujeto genérico e indeterminado. Toda autorreferencia dentro de su producción es siempre una etapa en la investigación del proceso de constitución del lenguaje. Ya se ha dicho que el proceso es autofágico - se alimenta de sí mismo para poder servir al conocimiento. Entiende que, en el caso del arte, valorar críticamente la historia significa considerar físicamente su propio arte como paradigma operacional y la reinventa. Se apropia de sus propias obras, de sus obras y a la vez de los registros documentales que de ellas hace. Lo que está en juego no es un arte autorreferencial o cerrado sobre sí mismo. Prevalece la necesidad de investigar los diversos planos que constituyen el estatuto social del arte.

Lenguaje

Socias valora la adecuación de medios técnicos y de sus diferencias para la construcción de un lenguaje. En la serie Enriquecidos, el artista asocia pintura como fragmento que adhiere al cuerpo de la fotografía e influye así sobre su código de lectura. Quizás lo más importante no sea la imagen, si no el proceso de selección, sus motivaciones y sus asociaciones. La finalidad de este proceso selectivo es la progresiva densidad del espesor del lenguaje. Socias construye una fenomenología de la experiencia, mientras que, como ya se ha visto, se concentra en la idea del artista. En la aludida Bienal de São Paulo, la relación cambiante y devorante entre fotografía y pintura también fue puesta de relieve por Veit Gorner y discutida por Anelle Lütgens en el texto con el sugestivo título de "Good enough to eat: on Richter, Polke, and the artist's self-pillage" (Bastante bueno como para comer: sobre Richter, Polke y el auto-saqueo del artista). 4 La fenomenología de la experiencia vivida por Socias está arraigada en la idea de arte como actitud. Y de ahí que él, en su delicada descripción, hable de una experiencia más general. La fenomenología de la experiencia se concentra en la invención del lenguaje. Socias solo opera en el nivel de su gramatología. Parte de la angustia de Antoni Socias es reconocer la ambigüedad de toda forma de comunicación, o de un modo heideggeriano los límites y comprender que el lenguaje toca la frontera de lo inexpresable. El artista es un lector de Ludwig Wittgenstein, del Tractatus Logico-Philosophicus.5 Su arte está en un territorio de búsqueda del límite de significación residual de lo visible. Como en la razón iluminista, un elogio a la ceguera y al no-conocimiento visual siempre concluye en una afirmación de la mirada.


Procesos y materiales

Por la manera en la que opera su "taller mental", el arte de Socias se define más como un arte de procesos experimentales que como desarrollo de un método canónico de elaboración artística. Su metodología incluye procesos de acreción 6, la acción de la precariedad, autofagia, hambre directa, densidad, acumulación, enriquecimiento, tiempo.

Bajo la óptica de la acción de la precariedad, obsérvese como en la XXIV Bienal de São Paulo, tres artistas se articulaban a través de su trabajo con modelos de "refugio precario". Había una "estética de la adversidad", vinculada a las favelas de Rio de Janeiro, de Tropicália de Hélio Oiticica, la articulación de Michael Asher de una crítica institucional como modelo de solidaridad social y la obra de Antoni Socias. El artista español explora el límite de la producción del lenguaje enfrentado con la extrema penuria en el modelo de Chabola.7 El resultado es la construcción de un refugio precario para la identidad, por la superposición de materiales utilitarios (embalaje) sobre la imagen fotográfica. En el taller mental de Socias, los materiales - la materia del arte, en resumen - sufren un riguroso escrutinio conceptual para la comprensión de su contribución posible a la arquitectura política de la obra. La pregnancia simbólica o el sentido histórico son valorados.

En un primer nivel, incide una fenomenología de la corporeidad de las obras de arte, en cuanto cosa, de la que se apropia el artista. La lógica de la obra de Socias conduce a la (re)organización física del mundo, pero también nos induce a la sospecha de que pueda ser siempre un arte provisional. Trozos de obras más antiguas, recortadas, sobras y materiales rechazados - cueros, linóleo, fotografías, etiquetas, objetos, etc. - se agregan ya desposeídos de su identidad anterior o precisamente porque no pudieron integrarse a la producción. Existe una violencia con la historia y un pudor económico que parecen convivir en esos procedimientos en trabajos como One Hundred (1992-1993), From One Hundred to End (1993-1995) o Justificación derecha (1998). Los principales "materiales" de la obra de Socias quizás sea justamente lo inmaterial: intercambios simbólicos, el concepto de arte, las nociones de tiempo, tensiones y conceptos antitéticos. Olmo observa que Socias opera con todo un universo de materia caliente en constante agitación. Narrando su intensa experiencia de observación del mundo en el tránsito urbano, dice el artista: "Entre dos paseos mi tiempo es hielo".8


TIEMPO

En esa dimensión poética, se le ocurrió al artista tomar una piedra y modificarla, solo un poco en cuanto piedra (de manera diferente, por ejemplo, de la piedra reconfigurada en pájaro por Max Ernst). Esa acción de Socias es como redimensionar el tiempo, acelerarlo en su acción sobre el cuerpo de las piedras que ruedan en el agua o se alteran a causa del viento. Su obra se desarrolla como un complejo horizonte temporal.

El tiempo es el territorio de la retotalización conceptual, política y física de la obra de Antoni Socias. El dominio de la idea de experiencia determina actitudes, tales como la premeditación y la repetición, pierdan importancia estratégica en su taller mental. La edición de una agenda (Agenda Alomar Cero) es transformada en la posibilidad de un diario, aparentemente confesional a través de imágenes, para después perder esa dimensión individualista. Una agenda organiza productivamente días y semanas, de ahí que la presencia de autorretratos supere cualquier idea de duración intensamente personal.

Antoni Socias corrompe los tiempos específicos de cada medio técnico, como pintura y fotografía. Otras temporalidades rigen su obra: la pintura es recortada y la fotografía se recubre. Socias trabaja con una red de operaciones de tiempo del lenguaje: deconstrucción, corte, reconstrucción, des-significación, que pueden tener correlación con otras dimensiones del tiempo de la experiencia individual: duración, discontinuidad, circularidad, sincronía y asincronía; o los tiempos sociales: leyendas, memoria colectiva, atavismo simbólico, y sobretodo historia(s). "Si mueres, todo se puede recomponer", remata el artista. 9

Un "arte provisional" implica operaciones de lenguaje sobre el mundo físico y concreto del arte, tales como ideas empíricas de reapropiación, reciclaje, restructuración, destrucción y reconstrucción, re-totalización, re-ordenamiento, entre otras. A su vez, todo eso implica a la obra en una pesquisa cuyo objetivo es la transformación de su condición actual en pasado y proyectarla hacia el futuro dentro de un nuevo orden. Socias ya no promete un arte definitivo, pero se reserva la posibilidad de volver a él, de una manera crítica y activa en un proceso de auto-construcción. Sobre una obra concluida de Socias, ahora, parece siempre vogar al pairo la posibilidad de un tiempo abierto: regresar al arte mismo, cuando ya era una cosa positiva, y establecer una nueva cognición a partir de este punto de vista. Es su intención actuar, como en el diálogo de Penélope con el tiempo, crear, des-crear y recrear. Así su obra estará en una situación potencial de retorno a la condición de un devenir. El tiempo no es la mera re-ordenación del pasado, si no una re-significación del presente, como una especie de "actualización" del presente hacia el futuro. Densidad y acumulación son dos procesos que se enuncian en esa producción de sentido. Así, la reapropiación indicaría una razón dialéctica. Se anuncia un nuevo grado de politización del acto constitutivo del lenguaje simbólico. La obra de Antoni Socias parece estar contaminada por las circunstancias del "pensamiento débil", esa fragilidad del pensamiento en relación con el mundo y la sociedad, con la dialéctica y la diferencia, tal y como la han estudiado Gianni Vattimo y otros. 10

Antoni Socias propone una confrontación entre vida e historia. No se trata de hechos, si no de una historia interna de sentidos en la cual la existencia intencional del arte encuentra un refugio inestable. Por otro lado, al examinar el plano inmaterial de su proceso de constitución del lenguaje, es cuando también podemos percibir cómo el arte de Socias, entendido como reorganización material del mundo, no evita que sea considerado como economía.


ECONOMIA

Tras entender la actitud artística y el proceso de constitución del lenguaje de Antoni Socias, surgen otros desafíos. Socias se sitúa en la categoría de los artistas que comprenden la relación necesaria entre formación de lenguaje y formación del valor en el sentido económico del término. Su actitud artística está orientada por una conciencia de la praxis frente a las ideologías que enmascaran lo real.

La función del conocimiento de la obra de arte pasa necesariamente, para Socias, por la investigación filosófica. Al retomar materialmente obras de arte o restos de su ejecución, el artista está constituyendo una especie de escatología de la obra de arte, que también está conectada a una economía del arte. Forty Seven + 1 (1996) es una obra de 30 metros de longitud, que se despliega como un diario económico del taller mental, en el que se aglutinan los materiales que alimentan el proceso creativo. No se debería entender como el destino último de las cosas, ser alzadas hasta la condición de arte al ser retomadas por el artista, como si eso fuera el ideal supremo de la materialidad. La dimensión escatológica en el proceso creativo de Socias está imbricada con la noción de que el arte informa y se forma a través de su propio proceso como su propia condición conceptual y material. Situándose muy cerca de la relación tiempo/economía, la Agenda Alomar Cero, en lo que tiene de diario, ya no
sería solo el retrato psicológico romántico del artista, si no una especie de dietario de contabilidad. Socias se autorretrata con la noción de "artista en cuanto productor de valor económico". En la Agenda Alomar Cero, el artista o su rostro se presentan en múltiples situaciones de adversidad y de incomodidad: confinamiento, compresión, inmersión, presión, entre otras, como si fuera un diario metafórico del modo en el que el trabajo es apropiado en el proceso de producción, lo que implica en la administración del cuerpo, a la manera de Vigiler et punir de Michel Foucault. El alma-arte administra el cuerpo instrumento de trabajo.

Si ya vimos como la obra es el refugio precario del lenguaje, este hecho marcará la lógica de la obra y obliga a la mención del ethos del arte de Antoni Socias. Al contrario de la conocida lógica capitalista del minimalismo ("less is more"), su arte se pauta en una lógica de la escasez. Socias estaría pues animado por una "voluntad de no renunciar a nada y de integrar todo dentro de un proyecto artístico global", como observa Olmo. El taller mental de Socias es una mera fábrica de trozos: economía de la re-inscripción. El artista trabaja con residuos del producto de su propio trabajo. No admitiría perdidas de áreas o de imágenes de las obras recicladas. Es de este modo que reorganiza el arte, como un teatro de reorganización del mundo, en 2.034 cuadrados (1994-1995) y Emiliano (1997). Hay una precisión territorial en esas obras, que permite la afirmación de que en la obra de Socias lo que se acumula es sentido en el proceso de densificación del espesor del lenguaje. La lógica de la obra de Socias parece desdoblar con la ocurrencia, entre otras muchas, de la lógica del fragmento, de la lógica de la sustracción, de la lógica de la acumulación, de la lógica de la densidad, de la lógica de la intervención. La obra Slides and Sheep / Second Life (1996-1998) ha sido construida con las diapositivas pertenecientes a su archivo de artista. Parece ser la función de las diapositivas la de ocultar, como si actuaran bajo la lógica de la opacidad, y revelar obras. Funcionan como soporte para una estructura serializada de marquitos de diapositivas blancos, negros y color ceniza.

El trabajo asume la aproximación peligrosa a la frontera de la nada. Es en ese territorio último, exiguo de lo muy poco que revierte el estado, casi de penuria visual, para establecer una penuria de la mirada. Su obra, muchas veces, parece recorrer, como ya se ha visto, a un elogio de la ceguera o a un conocimiento ontológico de la opacidad, para buscar el extremo inteligible e inteligente del acontecimiento visual.

Sencillamente la obra de Antoni Socias, como la de Cildo Meireles no opera de manera financiera por la contabilidad denegadora del minimalismo ("less is more" no es el deseo de lo mínimo si no de lo máximo), por el contrario aplica la economía de lo esencial. La manera de reducir la forma, la serialización o el trabajo con una reja remiten más a un esencialismo, con el que el minimalismo parece ser incompatible, o a una relación con la vida, diferente de la dicción minimalista. O en el punto máximo, pertenecería a la categoría de aquellas obras a las cuales Cildo Meireles se refiere irónicamente como "humilimominimalismo" 11 para indicar su rechazo a los juegos de poder del arte minimalista y de la hegemónica historia que se ha tejido entorno a él. El trabajo de Socias reúne operaciones físicas y simbólicas, económicas y éticas. Se relaciona con el minimalismo, como podría suceder también con Cildo Meireles. No se trataría de una necesidad por sus respectivas obras, si no más bien por cierta crítica imperialista, que se expande en el periodo de la post-Guerra Fría. El excesivo impulso del minimalismo, en cuanto estrategia cultural de la hegemonía norteamericana, triunfa y se disemina en cuanto discurso institucional en los años noventa, tras la imposición de la Pax Americana. El minimalismo sustituye a la antigua estrategia del discurso liberal de la afirmación del individualismo del Expresionismo Abstracto o de su manera de entender la libertad de comunicación y consumo del Pop Art, que fueron las puntas de lanza en el periodo de la Guerra Fría. Ahora un arte cuyo contenido político parece neutro o invisible corresponde a una estrategia cultural de consolidación de la hegemonía norteamericana en el campo cultural, como perfecta expresión de la Pax Americana: un arte visualmente limpio y sin ideología, como si la existencia de una confrontación ideológica a gran escala hubiese purificado el sistema capitalista de sus contradicciones más dolorosas.

Antoni Socias se pregunta sobre la actitud del artista, el lenguaje del arte y la formación del valor: ¿cuál es el valor añadido por la acción del artista? Socias opera en el plano micro-económico, buscando comprender el estatuto de la producción de la obra de arte, pero propicia una referencia a la antigua tradición de la economía de acentuar el valor de cambio de los signos y de su función en el proceso de la circulación de las riquezas. El artículo Marx et l'Inscription du travail de Goux establece relaciones analógicas entre escritura/trabajo, sentido/valor, denunciando "la complicidad entre el logocentrismo y el fetichismo del dinero y de la mercancía" 12 (y del arte añadiríamos). Es fundamental citar el argumento de Marx: "en su forma valor, la mercancía no conserva ningún vestigio de su valor de uso primero, ni siquiera del trabajo útil que le ha originado"13. Es en ese campo - y para comprender el estatuto del trabajo del artista - que Antoni Socias aporta sus dudas y cuestiones.

La teoría de los valores de la obra de Socias se inscribe en una tradición artística que se remonta a Marcel Duchamp 14 y a Cildo Meireles 15. Duchamp pagó a su dentista con el dibujo de un cheque con un valor de 115 US$, como intercambio con una "representación" del valor. Lo que pone de manifiesto aquello que es abstraído en el valor de cambio: especies y diferencia de trabajo. En su transacción con el dentista Tzanck, Duchamp propone dudas: ¿Cuál es el estatuto de todo eso - cheque o obra-de-arte? ¿Cuál es el valor de cambio de todo ello? ¿Cuáles son los residuos de los productos de trabajo? Ya Cildo Meireles agregó una etiqueta a su obra Árvore do Dinheiro para explicitar que su volumen está constituido por 100 billetes de 1 cruzeiro y que su valor es 2.000 cruzeiros. La operación expone rudamente el valor añadido por el factor "arte" y exaspera al público. Al reunir todo (moneda, precio, valor de cambio, obra de arte, trabajo) Árvore do Dinheiro cuestiona el "desfase entre valor de cambio y valor de uso, o entre valor simbólico y valor real" afirma el artista. Al confrontar los conceptos marxistas de "valor de uso" y "valor de cambio", Meireles aclara la operación de la constitución imaginaria del objeto de arte como un signo de valor de cambio. El artista exhibe las incongruencias entre valor y precio en el sistema monetario capitalista. Cildo desmonta la ilusión monetaria del valor como simulación de la explotación de la fuerza de trabajo. La operación de Socias repite una pregunta (¿Qué operación artístico-financiera es esta: Acumulación, capitalización, lucros o ahorro, incremento de valor?). En la misma medida que Jean-Joseph Goux había constatado la hegemonía paralela del sentido lingüístico y del valor de cambio de las mercancías 16, Antoni Socias se re-apropia de obras de arte propias, transformando su autoría en un grado cero de la creación, destruyéndola y recomponiéndola a partir de ella en otra nueva obra, como 2.034 Cuadrados (1994-1995) o Emiliano (1997). Socias propone nuevas indagaciones: al final ¿cuales son los residuos de los productos aquí agregados? ¿Cómo se produce esta operación? ¿Cómo se ajusta, ante la perturbadora obra de Socias, la afirmación de Jean-Joseph Goux, "El desconocimiento del valor de uso de los signos no es pues otra cosa que la ocultación de su valor productivo"17?


Conclusión

En el horizonte temporal y material de la obra de Antoni Socias se vislumbra que escribir sobre ella puede dirigir al fracaso, del que advierte el propio artista, al afirmar que es la crítica una actividad dificilísima, "porque desconecta una actividad que no se puede expresar con palabras"18. La inestabilidad de los sentidos, la transitoriedad de la existencia, la mutabilidad del estatuto, la no permanencia de la condición de una obra de arte en cuanto tal. Socias nos conduce a experimentar la paradoja de buscar una estabilidad conceptual en juegos de no permanencia y de búsqueda de lo que no se puede enunciar. "De lo que no se puede hablar es mejor callarse" advierte Ludwig Wittgenstein en el prólogo del Tractatus Logico-Philosophicus. Tras citar a Wittgenstein cuando contempla lo inefable, Antoni Socias tranquiliza "El arte es mucho más sencillo que todo eso, que todo lo que se habla de él". Tal vez sea ese el gran engaño del artista.


Notas

1 Rosa Olivares, La mirada (Entrevista con Antoni Socias), en Lápiz, año XVII, n.146: 29-43.
2 España en la XXIV Bienal Internacional de São Paulo, De aquí en adelante este texto será citado como Olmo.
3 Op. cit. Nota 1 supra, : 41
4 XXIV Bienal de São Paulo. Núcleo Histórico: Antropofagia e Historias de Canibalismos, 1998: 439.
5 El artista cita a este filósofo en la entrevista de la nota 1 supra.
6 Acción y efecto de crecer un cuerpo por adición de partículas desde el exterior. Se distingue de la concreción por no tener un origen químico. Puede ser migración de partículas en estado colonial, o por adherencia al rodar libremente el cuerpo sobre un lecho arcilloso, o por yuxtaposición, como en las masas de nieve o hielo.
7 Una imagen fotográfica está recubierta por el material de su propio embalaje. A la vez que nos resulta imposible reconocer la imagen o su tema, podemos sin embrago comprender su materialidad fotográfica, mientras que su apariencia es la de una barraca.
8 En "procesos. 8 13.Cac", en el catálogo España en la XXIV Bienal de São Paulo, op. cit. nota 2 supra
9 Op. cit. nota 1 supra
10 El Pensamiento Débil.Gianni Vattimo y Pier Aldo Rovatti (comp.) Edición española: Madrid, Ediciones Cátedra, 1990
11 Ver del autor (Paulo Herkenhoff) Por que Cildo? - Duchamp e Cildo e Duchamp en Por que Duchamp?. São Paulo, Istituto Cultural Itaú 1999: 62-77
12 Jean-Joseph Goux, Marx et l'Inscription du travail in Thèorie d'ensemble. Paris, Seuil, 1968 : 198
13 El Capital, I, capítulo I
14 Thierry de Duve, Marcel Duchamp, or the Phynancier of Modern Life (October, n.52, 1990).
15 Las ideas aquí expuestas sobre Cildo Meireles fueron discutidos por el autor en Arte é Money en Galeria Revista de Arte, São Paulo, março-abril 1991, nº 24:60-67, y en A Labyrinthine Ghetto: The Work of Cildo Meireles in Cildo Meireles, London, Phaidon Press 1999,: 36-81.
16 Op. cit. nota 12 supra,: 191
17 Ibidem,: 189. Este autor prosigue: "Ocultación del trabajo o del juego de signos, sobre y con otros signos. El valor operacional, la eficacia propia de los signos en la producción de sentido, el cálculo, la instancia puramente combinatoria, lo que podríamos nombrar con un término felizmente ambiguo la fábrica del texto (trabajo y estructura, fabricación y forma) se encuentra borrado (o más bien olvidado/rechazado) bajo la transparencia negociable (del sentido)".
18 Op.Cit. nota 1 supra.

(*) Paulo Herkenhoff fue director y responsible de la XXIV Bienal de Sâo Paulo, y es actualmente Conservador de las secciones de pintura y escultura en el MOMA de Nueva York.

·· La Mirada · Rosa Olivares

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Naturaleza Muerta, 1981-1997 / 160 x 450 cm.


La mirada
Entrevista con Antoni Socías

Rosa Olivares
Revista Lápiz Nº146 (1998)

Hacer y deshacer para volver a construir una red de imágenes, de hechos, de sentimientos que, finalmente, conforman nuestro paisaje. Ésa es la tarea de Antoni Socías: hacer y deshacer; cortar y pegar; nombrar y olvidar. Mirar. y con lo que esa mirada recoge empezar de nuevo, otra vez, siempre. El proceso no se acaba nunca, solamente se transforma continuamente, como en la rutina necesaria de la alimentación, del sexo, de todo lo que tiene que ver con los ritos vitales: no basta con una vez, después de la primera ocasión siempre viene una segunda y una tercera y se hace interminable. Mirar, con los ojos como tijeras que recortan, que roban trozos de nuestro entorno, que aíslan otras miradas y colores, palabras sólo intuidas, y con esos retazos construir como en un juego, algo parecido pero a la vez diferente de lo que hemos visto. Puede hacemos vivir o acercamos a la locura, que viene a ser casi lo mismo. La idea de crear todo un mundo que sustituya a este mundo, copiar todo el paisaje que existe, no sólo un pedazo, unas rocas, una pequeña playa, unos árboles. No, todo el bosque, todo el mar, todas las rocas y las montañas, y hacerlo a mano, con el papel encima de la realidad y la mano del artista, al otro lado del papel, acariciando la piedra, la corteza del árbol, a través de ese papel que sirve a la vez de defensa para ambos y de paño que inmortaliza el momento. Ésa es una manera diferente, nueva, de pensar en el paisaje, de pintar el paisaje; una nueva manera de copiar del natural. Un camino a medias entre Id real y lo imposible, tal vez muy cercano a la fotografía. Como coger una piedra encontrada, y cambiarla sólo un poco, añadiéndole otras cosas, creando a partir de lo ya creado. Mezclarlo todo, hasta la vida y el arte, hasta el público, los aficionados, los coleccionistas, los críticos y los amigos. Al final, Socias sólo entiende su trabajo dentro del pequeño círculo de aquellos que comparten, o al menos entienden, su supuesta locura. Pero posiblemente ese círculo no sea tan pequeño ni su locura tan incontrolada. Tal vez los amigos sean otros. Y es que no te puedes fiar de las apariencias, ni en el arte ni en la vida.
A sus cuarenta años su trayectoria se alarga varias décadas hacia el pasado: en su obra hay momentos de pintura figurativa, esculturas, fotografías, de todo ha hecho aunque se podría decir que siempre ha hecho lo mismo: su trabajo. Estos últimos años su obra ha experimentado una maduración y una especie de iluminación que le ha colocado en una frontera de la percepción, con unas obras a caballo entre tantas cosas que sólo pueden ser ellas mismas. Seleccionado para representar a España en la XXIV Bienal de Sao Paulo; Antoni Socías vuelve otra vez a las páginas de una revista que siempre ha sido fiel espectadora de su evolución.

PREGUNTA.- A lo largo de tu trabajo has utilizado consecutivamente, y a veces de una manera superpuesta, diversas técnicas y lenguajes plásticos: la pintura, la escultura, la fotografía, todos y cada uno de ellos para obras diferentes y también para una misma obra. ¿Hasta qué punto cada uno de estos lenguajes en sí mismo define un contenido concreto o es adecuado para decir unas cosas mejor que otras?
RESPUESTA.- Se puede ver de las dos maneras. A veces un lenguaje determinado o predeterminado lo puedes utilizar para llevar a cabo una experiencia muy concreta que no ves que pueda solucionarse de otra forma, en estas ocasiones el lenguaje entra con fuerza en la obra, entra como si dijéramos con todas sus armas. A veces lo asumo de esta forma, pero normalmente utilizo los lenguajes como técnica. Simplemente. Para mí no hay barreras entre la pintura y la fotografía, el di- bujo, la música, no encuentro barreras. Son simplemente técnicas al servicio de las ideas.
P.- ¿No encuentras esas barreras ahora, después de un ya largo proceso de trabajo, o no las has encontrado nunca?
R.- Supongo que habrá sido en algún momento concreto cuando han desaparecido estas barreras porque, lógicamente, siempre vives unas primeras etapas en las que estás muy condicionado por el exterior y crees que las cosas deben ser de una determinada manera y luego resulta que pueden ser de infinitas maneras y que uno puede hacer cosas que tal vez antes ni siquiera hubiera pensado, que igual se puede pintar en el sillón del salón que en otro sitio.
P.- Entonces descubres que las cosas pueden ser no sólo de muchas y diferentes maneras sino de todas ellas a la vez, al mismo tiempo.
R.- Sí. Es como el pensamiento, como la mirada, que no trabaja solamente en un sentido cada vez, sino que piensa o ve muchas cosas a la vez. Es como los sentimientos, puedes sentir muchas cosas a la vez, raramente sientes solamente una única cosa.
P.- Sin embargo, siempre has valorado el conocimiento, el dominio de las técnicas. Es algo que se ve en tus obras y de lo que hemos hablado ya muchas veces.
R.- Más que del dominio de las técnicas, yo hablaría del dominio del sentido de las técnicas, que no es lo mismo que un dominio puramente profesional, gremial, por ejemplo de utilizar la fotografía. Cuando uno es consciente de que es fotógrafo acarrea con una serie de cosas que yo diría que son problemas, que son los vicios gremiales: tienes que estar pendiente de que no se puede hacer tal cosa, de que no se puede hacer tal otra; de que eso está motivado y ya se ha experimentado en la obra de otros y, a pesar de que tú seas libre para experimentar sobre ello, eso tiene ya una dirección y está destinado a unos fines que no se pueden cumplir con, digamos, otros lenguajes. Yo considero que todavía no soy un profesional en muchas facetas de la pintura, que tampoco soy un profesional en muchas facetas de la fotografía, pero sí soy un profesional de las ideas. Es cierto que tengo vocación de ir dominándolo todo, pero no quizá en el sentido tradicional de aprender todo lo que se debe saber para hacer una buena fotografía o una buena pintura según los cánones de algunas épocas.
P.- Lo que estás definiendo es una actitud humanista frente a las artes. Esto dentro de una perspectiva clásica, y si lo planteásemos desde unas coordenadas más actuales podríamos decir que estás definiendo a un artista conceptual.
R.- Sí. Las dos ideas tienen algo que ver. Lo que pasa es que también el artista conceptual, por "oficio" conceptual, no se mete en según qué cosas porque cree que con ello está rompiendo su virgo de artista conceptual, y está pasando a otros terrenos en los que se moja y se ensucia las manos. Yo no tengo barreras de ese tipo, cualquier terreno es mi terreno.
P.- Yo me refería a esa idea de que todo el arte es conceptual o no es arte, que cualquier pintura está planteada (debería estar planteada) a partir de un concepto, de la misma manera que una performance o un happening, que no es una cuestión de lenguajes sino de contenidos.
R.- En eso estamos. Exactamente. Pero eso hay muchas personas que no llegan a entenderlo jamás, algunos se acercan. Es decir, entre todas esas personas que no entienden esto algunas atisban a ver algo. Lo notas cuando hablas con ellos y ves que ellos están pendientes de otra historia, buscan reproducir una serie de sensaciones que no tienen nada que ver con las ideas ni con crear dentro de este mundo paralelo que está un poco por encima o por debajo, no sé, pero que es- tá funcionando también a la misma escala.
P.- El problema tal vez esté en cómo plasmar una idea concreta con unos lenguajes tan abstractos, da lo mismo que parezcan realistas o concretos, siempre son abstractos y posiblemente ésta sea la razón de lo difícil que es para mucha gente acercarse al arte más actual. Un problema de comunicación entre lo que el artista quiere decir y lo que finalmente el público entiende.
R.- Yo no estaba hablando, todavía, de comunicación entre el artista y el espectador, te estaba hablando de personas como artistas. De artistas que intentan, que creen que están en una dimensión pero que todavía están en una anterior. Algunos reproducen muy bien el esquema de creer que están representando ideas pero todavía no están ahí, tal vez nunca lleguen a estarlo.
P.- Pero ése es un tema muy delicado, porque igual estamos hablando de arte cuando no deberíamos decir que es arte.
R.- Igual sí, igual es así. P.- Entonces deberíamos hablar de una producción estética, de una producción de objetos artísticos. Se habla muy fácilmente de arte, de proceso creativo, cuando la mayoría de las veces estamos viendo un proceso repetitivo, anacrónico o no, pero mimético, de pura producción.
R.- A veces sí, aunque no siempre está reñido con las buenas intenciones. Hay gente que hace un trabajo muy honrado, con muy buenas intenciones, pero que no comunica porque todavía no está en el lugar adecuado y quizás con gente de primer orden, algunos de primera línea del arte de hoy. Todavía no llegan a comunicar no sé qué porque todavía no están en ese orden de cosas.
P.- Pero, dejando al margen las buenas o malas intenciones y sin pensar que nadie lo haga estratégicamente de una manera perversa, sí que creo que se da el uso de la belleza como medio.
R.- Es un chantaje, eso es un chantaje. Es un chantaje como el chantaje del amor, como el chantaje de los negocios, como el chantaje para vivir. Es dar nombre a una cosa que es sobrevivir y no sólo sobrevivir monetariamente sino sobrevivir y esto es algo de lo que hemos hablado muchas veces a la fama, no sólo al dinero, al orgullo personal.
P.- Tal vez sea, en ocasiones, también una manera de ser más fácilmente aceptado.
R.- No creo que se pueda ni dominar eso de una manera tan concreta, viene impuesto y no se tiene la suficiente capacidad intelectual.
P.- Entonces la diferencia es la persona y la difícil definición de quién es un artista, de qué es lo que hace el artista.
R.- A mí eso puede haberme preocupado en algún momento pero, desde luego, te garantizo que ya no me preocupa. Me da absolutamente igual.
P.- No me refiero a quién es y a quién no es artista, sino el que es artista cómo se define a sí mismo. Siempre se ha dicho que el proceso de creación tiene mucho de sufrimiento, que te enfrenta a unas situaciones de vacío o de ¿qué hacer? O de ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Para qué lo estoy haciendo?
R.- Yo no sé si en eso soy cobarde o me pasa algo, pero cuando empezamos a hablar de que tenemos que definir qué es un artista, yo creo que es un tema para discutir después de muerto. Creo que es un tema que no hay que tocar. Es como la muerte, que cuando venga, venga.
P.- ¿No te parece que eso se define automáticamente en el propio proceso de creación, a solas con el trabajo?
R.- Para mí lo de ser artista es como el sino, no me lo planteo de otra forma porque siempre recuerdo, desde mi infancia, que es una necesidad vital como las demás. De tal intensidad que incluso en los momentos de crisis en los que parece que uno se dedica a lo más estricto y se olvida incluso de la sexualidad, en un proceso en el que sólo queda comer y después respirar como último refugio de necesidad, pues incluso en esos momentos el hacer se ha mantenido en primer plano. Quiero decir que, incluso cuando uno no puede hacer nada, realizar ningún cuadro, nada, siempre queda el 'taller mental' abierto; de ése yo no me puedo descabalgar, estoy siempre metido en él, continuamente, sueño por las noches, pienso en cualquier momento, todo el tiempo, no me atormenta porque creo que me he hecho buen amigo de él y nos llevamos muy bien, pero que es algo que es inevitable.
P.- ¿Puede convertirse en una obsesión?
R.- No, porque la obsesión indica a veces un punto de enfermedad, de que no puedes parar y entonces tienes que recurrir a ayudas para que te saquen de esas obsesiones. Para mí fue una obsesión coincidiendo con la pubertad, entre los doce y catorce años, entonces era un asunto enfermizo. Me encerraba en mi casa con llave y no les abría ni a mis padres; ni comía. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que esto no es positivo y de que hay que intentar, cuando empieza a suceder eso, salir y respirar.
P.- También la realimentación viene del exterior.
R.- Sí, porque si te dejas llevar por esa intensidad, si te aíslas en tu creación, vas hacia la locura. Hay que dominarse en esas situaciones. Con el tiempo aprendes ese dominio y aprendes a jugar, cuando necesitas un poco de vicio, cuando necesitas que la cosa sea un poco más llana, algo más llevadero.
P.- ¿Tú ya has dominado el caballo?
R.- No lo sé, no lo sé. Son situaciones. No es un método que crea que es infalible, no sé qué pasará pasado mañana, igual me puede dar otro yuyu de ésos, igual no.
P.- Hace años teníamos una conversación que a mí personalmente me afectó mucho, sobre el exceso de obra, sobre las crisis de creación, los puntos de cambio, de crisis, como se quiera llamarlo. En aquel momento tú empezabas a fragmentar mucha de tu obra anterior, para reciclarla en lo que luego sería una etapa posiblemente más rica e intensa, más esencial y a la vez mucho más matizada intelectualmente. Empezabas 2.034 Cuadrados (1994-95). Y aunque ya antes habías reelaborado tu material de taller, el proceso en el que yo te encontré, en un momento en el que troceabas tus cuadros, tus fotografías, los dibujos, hasta los embalajes de tus obras (Chabola 1989 está formada por una fotografía que "vive" escondida entre las tablas del embalaje que tenía para su transporte), para convertirlas en otras obras, tal vez en la misma obra pero más madura. Sin embargo, lo que me sorprendió no fue que rompieras la obra anterior, algo que hacen cíclicamente casi todos los artistas, sino que emplearas sus trozos en la siguiente etapa de tu trabajo, algo así como aquello de "carne de mi carne", en una especie de auto-alimentación esencial. Convertir la propia obra en el lenguaje, en la técnica de esa misma obra, era como la definición por antonomasia del proceso en la creación artística.
R.- No hay un momento determinado en el que eso empiece desde la nada, es un proceso de años. ¿Cómo te explicaría? Es una autopista que entra en otra, tú entras suave- mente, no entras en perpendicular. Vas entrando, se canaliza el tráfico y coinciden muchas cosas en el mismo viaje, en la misma dirección.
P.- Sí, pero debes reconocer que hay un cambio esencial entre cuando pintas o tomas una fotografía y cuando troceas esas pinturas, esas fotografías, y las pegas para hacer otra obra.
R.- Es cierto, de acuerdo, pero tienes que saber que mientras voy desarrollando esto también estoy desarrollando otras cosas totalmente creativas y al margen de este pro- ceso. Y a la vez estoy ultimando procesos que han comenzado hace años que, como te decía, en la autopista ésa van tomando cuerpo y creo que no hay nada que se desvíe ni entre en conflicto. Creo que todo lo que sea ir hacia adelante proponiendo cosas, primeramente a ti mismo y luego a los demás si quieren aceptarlas, es bueno.
P.- Esa decisión de ir fragmentando obras anteriores y de reunir materiales diversos para conformar nuevas obras tiene que tener un significado muy especial en un momento determinado.
R.- Se dan toda una serie de situaciones, tanto personales como familiares o artísticas, que confluyen en un momento determinado, en el que yo no parto de cero sino que ya tengo toda una serie de datos de cosas que han sucedido en mi obra que apuntan a que eso puede suceder. Es decir, me indican que ya lo he pensado antes, que podrían suceder en algún momento. Y que lo piensas en el momento en que tú rehaces obras anteriores, las tapas. Me ha pasado por la cabeza, de hecho, repintar un cuadro, que tiene mucho que ver porque aunque no lo rompas ni destroces sí lo destruyes al destruir esa imagen que decía tantas cosas o que no decía nada.
P.- Pero la diferencia está en que si la pintas otra vez la tapas, queda debajo, pero si la cortas a trozos...
R.- Sí, pero yo con eso estoy con algunos clásicos que piensan que poniendo capas de pintura muy interiormente eso revierte luego en la superficie. Cuando yo tapo un cuadro, ese cuadro que quizás no taparía pero que sé que al taparlo propondré otra imagen diferente... aunque tal vez las sensaciones no serán tan diferentes, por- que a lo mejor no lo había expresado bien, no era el momento adecuado, y creo que el alma que tiene eso, que queda debajo, se llega a transmitir.
P.- Aunque no quede la forma, quedaría el espíritu.
R.- Queda espíritu, yo creo que hay mucho espíritu. Te decía antes que confluyen toda una serie de cosas en un momento de- terminado y que por circunstancias de la vida tengo que hacer otras cosas y no puedo dedicar todas las horas que quisiera al trabajo, y me entra una angustia vital simplemente por lo que te había dicho antes, porque el trabajo artístico para mí es una necesidad del alma y del cuerpo. Empiezo rápidamente a generar por una adrenalina especial, empiezo a darme cuenta de que me puedo hundir o puedo salir airoso pero no sé cómo exacta- mente, porque trabajando catorce horas en otra cosa que no es esencialmente la mía, pues me tengo que buscar, no sé. Yo siempre recuerdo lo que comentaba con Pep Agut viendo el museo Van Gogh de Amsterdam: estábamos dándole vueltas a cómo pintaba tan mal ese hombre, cómo un tipo ha podido socialmente, aunque esté muerto, llegar a que su obra sea en un momento determinado la más cotizada que existe; un tipo (Van Gogh) que realmente tenía unas intenciones bárbaras, un espíritu bárbaro, pero para pintar, tal y como él lo quería representar, era un negado total. Sus cuadros, en todo ese proceso de aprendizaje, de figuras y tal.. es una señora, Van Gogh era una señora de ésas que van todas las tardes a la clase y no consiguen nunca pintar. Yo luego lo asocié y pensé: "yo tengo que ser como Van Gogh, por circunstancias diferentes me tengo que inventar algo". Él no sabía pintar pero se inventó parte del impresionismo, pintó de la manera que podía expresar toda esa furia que llevaba dentro, porque yo entiendo que él sabía perfectamente que no podía, que no sabía pintar como le pedían qué lo hiciera. Él no sabía de ninguna manera, se estrellaba y se estrellaba a diario, hasta que un día explotó y se inventó algo. Yo no creo haber inventado nada nuevo pero sí puse en marcha un pequeño invento o apaño para solucionar mi vida. Fue a partir de ahí que empecé a recopilar historias, iba haciendo una especie de calendario loco de todo lo que me sucedía a través de los materiales que yo iba recopilando, me fui cargando lentamente todos mis ficheros de fotografías, de dibujos, incorporaba materiales de mi nuevo trabajo que ya me proporcionaban otras personas porque yo ya había dado órdenes al respecto; entonces iba confeccionando una serie de collages aparentemente locos pero que luego tenía una razón de ser, y es que simplemente uno estaba presente diariamente, todas las horas, dentro de un proceso. E intentaba hacer un paralelismo entre lo que había sido mi vida hasta ahora, lo que se me había caído encima, y a través de los materiales iba encolan- do. Tomé un tamaño standard de cartulina, cuando una fotografía o un dibujo no me cabía en el papel lo cortaba y seguía como cuando al escribir acabas un renglón y tienes que cortar una palabra, que pones un guión y sigues debajo, al comienzo del siguiente renglón.
P.- Era una escritura realmente, una especie de diario.
R.- Era una escritura con imágenes y con texturas. Esto me llevó directamente, después de un año y pico de encolar y encolar y encolar, tanto que a veces no podía ni hacerlo yo y entonces mis hijos se pusieron a encolar por mí. Yo les pedí que lo hicieran en sus horas libres, ya que yo no tenía tiempo; les dejaba a ellos los montones numera- dos o al menos en un orden en el que quería que me los pegasen, les daba la norma mínima de funcionamiento y ellos seguían trabajando por mí. Me iban preguntando si eso estaba bien, les explicaba que tampoco era tan importante si había habido un error o no, pues eso también entraba dentro del proceso.
P.- Visto ahora, desde fuera del método de trabajo, viendo la obra ya acabada, hay una sensación de limpieza, de que vaciabas tus cajones, que limpias armarios, trastiendas, el pasado.
R.- También había un trasfondo de concepto que a mí me interesaba mucho saber: ¿qué podría suceder a gran escala regeneran- do el trabajo que yo había desarrollado en épocas anteriores? Y entonces fue cuando fui aceptando lentamente, a partir de allí, que había llegado el momento, después de todo ese aprendizaje de un año y medio, en que ya podía enfrentarme a hablar directamente a las obras y explicarles, como tú puedes explicar a un niño que tu papá se ha muerto y hay que asumirlo. Empecé a hablar con las obras y empecé a decirles "a ti te ha tocado el turno, tienes que de pasar a mejor vida para ser de otra forma".
P.- Una especie de reencarnación artística, las obras mueren pero no desaparecen, vuelven en el cuerpo de otras obras que son ellas mismas. Una nueva vida para los cuadros y para todos.
R.- Sí, una especie de reencarnación.
P.- Te decía que esa especie de trabajo de termita que acaba con gran parte de su obra anterior para crear otra, con la misma materia que ha roto, no es muy habitual como proceso de renovación.
R.- Pues quizás no. Pero yo considero, como te decía antes, que eso es sólo una parte de un momento determinado, de una situación concreta, porque una cosa sí tengo clara y es lo que a veces te he dicho: quizás no sé muy bien lo que tengo que hacer, pero sí intento saber en cada momento lo que no debo hacer. Eso me marca un poco el terreno, me deja delante de unas situaciones para que pueda avanzar.
P.- Debe de ser muy difícil asomarse a la obra realizada anteriormente y despedazarla, aunque eso solamente fuese una parte de tu trabajo artístico en un momento determinado.
R.- Sí, bueno, en un momento determinado no había otro tipo de creatividad, era puro y duro dedicarse a recomponer los es- quemas, las plantillas, era un adentrarse totalmente en el laboratorio del proceso diario, que ése sí lo llevé con cierto sufrimiento en la primera época porque me daba la sensación de que había terminado algo en mi vida, que sería difícil de recomponer. Por eso in- tenté hacer el ejercicio y empecé a recomponer los propios retazos de obra, a ver si real- mente en ese proceso de avance avanzaba yo también. Entonces vi que tenía que enfrentarme a algo superior, y decidí cargarme toda una serie de obras, cargarme en el buen sentido porque yo no pensaba que estaba destruyendo sino que estaba, simplemente, avanzando. En un momento determinado volvió a surgir directamente ya de un apéndice, de una coma, de una mirada, volvió a surgir otra vez el desarrollo creativo y entonces, como yo me había propuesto desarrollar toda una serie de temas para ver cómo avanzaba y cómo avanzaba en mi recuperación y en la recuperación de mi obra, a la vez esa obra por sí misma era como un vegetal que va sacando raíces y hojas y va funcionando autónomamente.
P.- Empezó a crecer con todas las partes que tú ibas cortando de un sitio y de otro y con toda la recomposición de tu diario priva- do, de tus archivos personales, de todo esto empezó a crecer algo que realmente superaba lo que tú habías previsto, o más exacta- mente tal vez habría que decir que ibas viendo cómo se cumplían tus expectativas.
R.- Fue un reto muy fuerte porque llegué a puntos tan extremos. No llegué a la radicalidad de cargármelo todo porque no me interesa, creo que caer ahí es mostrar los calzoncillos, es demasiado, puede ser drástico aparentemente pero interiormente es muy fácil de hacer. El equilibrio está entre ir trabajando no por despecho ni por pasión, no, no, la pasión sólo es una parte, es una sensación más pero no hay que dejarse comer por la pasión ni por el despecho ni por situaciones dramáticas, porque al fin siempre se puede reconstruir todo de alguna forma, si no mueres.
P.- ¿Tú crees?
R.- Sí, si no mueres, sí. Todo se puede recomponer. Te decía que jamás he querido parecer drástico en las situaciones aparentes, que se ven desde afuera; no, porque creo que en el sentido global de todas las propuestas, en vez de una propuesta, me enriquezco más, mucho más. P.- Hace mucho tiempo que seguimos tu trabajo en las páginas de LAPIZ y siempre se ha destacado por ser realmente diferente de lo que se llevaba en cada momento. Esa diferencia incluía la mezcla de lenguajes, la falta de prejuicios, cierto toque surreal en los temas y en el tratamiento; en una mirada ciertamente más afilada, más cínica, pero también más inocente. Elementos todos ellos que han hecho siempre que tu obra no sea bien entendida. Ni en tu etapa de pintor figurativo se podían esquivar esos guiños que hacían que tu pintura no fuera realmente real nunca, que diese la sensación de que había algo más, algo que no veíamos. De alguna manera siempre has sido un artista in- clasificable en el panorama español. Tal vez por esa actitud crítica que has mantenido siempre tanto en tu obra como en tu actitud. R.- Sí, bueno, es una actitud crítica pero no en un sentido social, es una crítica esencial. Es estar replanteándote siempre incluso este planteamiento. Para mí, si hay una cosa que se llama arte es ésa. Ya no es tanto una cuestión de formas o incluso de ideas, sino de actitudes. P.- Ése es el punto delicado de la crítica, que al final ya no es lo importante lo que di- ce o escribe, sino su actitud global. R.- El crítico tiene un problema muy grave para solucionar su relación con el arte y es que siempre tiene que poner sustantivos a cosas intangibles, tiene que clasificar lo que puede ser inclasificable para ayudar a un hipotético lector a entender las cosas. Cuan- do hace todo esto entra en una dimensión en la que en muchas de las situaciones se pierde, porque desconecta de una realidad que no se puede expresar con palabras. Es difícil, yo entiendo que es un trabajo dificilísimo. P.- Personalmente creo que todo se puede expresar con palabras, el problema es que se entienda igual que se dice. Pero yo me refería no tanto al crítico más o menos profesional sino a la actitud crítica que puede tener de hecho el crítico, pero que también aparece en el artista, en la forma en que crea, en que es lo que crea. R.- Sí, porque no sé pero desgraciada- mente parece que vamos todos encaminados hacia que todas las cosas sean perfectas, a que cada causa tenga su efecto y cada enunciado responda a lo que se esperaba de él. Entonces parece que las cosas, incluso en el arte, se tienen que expresar con las palabras adecuadas, se tienen que enunciar con los enunciados adecuados. Yeso, porque parece que todo el mundo está perdido de repente.
P.- ¿Cuáles son los enunciados y las palabras adecuadas? No existen las palabras adecuadas.
R.- No existen, efectivamente. Por eso se crea una doble mentira sobre la propia mentira del arte, que a la vez nosotros estamos fingiendo para poder representar mediante objetos, frases, palabras, libros. ciertas cosas, y a lo mejor ni siquiera deberíamos hacerlo.
P.- ¿No te parece todo esto excesiva- mente complicado? Yo creo que las cosas pueden ser más sencillas.
R.- Sí, puede ser que sí. Yo, interna- mente, desde luego que no tengo todo este tipo de problemas.
P.- ¿Por qué crees que se generan todas estas complicaciones, por un afán de éxito, por qué?
R.- ¿Cómo te lo explicaría? Tú eres una de las pocas personas con las que me puedo entender, me he podido entender a lo largo de los años, porque ¿qué pasa cuando me hacen alguna entrevista? Pues que me desconvocan hasta lo que de alguna manera tenía premeditado decir, explicar, para conseguir ser un hombre un poco legible y claro. Por eso creo que difícilmente uno puede llegar a conclusiones claras fuera de la amistad. Ése es el auténtico problema del arte, que en- tienden tu obra los que te entienden a ti, los que te quieren aunque no medie una comprensión intelectual sino afectiva; en definitiva los que te quieren, tus amigos.
P.- Pero la obra también ejerce una de- terminada atracción que te acerca a la persona, y eso es algo que sucede aunque no conozcas al artista. Incluso con obras que no te gustan en un sentido tradicional, pero que se hacen irresistibles. Para mí, ésa es la amistad en términos artísticos, no por supuesto en términos privados o personales en los que efectivamente las cosas son muy diferentes, incluso más difíciles de entender.
R.- A mí se me hace muy difícil hablar de estos temas porque me da la sensación de que las personas, la mayoría de las personas que tengo enfrente, me vienen con unas ideas preconcebidas que no me sirven para en- tablar el diálogo. Entonces, no sé si lo que estoy diciendo realmente lo captan como lo que estoy diciendo o le están aplicando clara- mente toda una serie de esquemas preconcebidos, que ya los tenían antes de entrar por la puerta, incluso antes de ver mi obra o de verme a mí, y que me dificultan el que yo me exprese.
P.- Eso es un poco inevitable desde el momento en que sales de tu propio lenguaje para comunicarte en otro que no es con el que tú trabajas, al margen de la ambigüedad de cualquier forma de comunicación.
R.- Para mí éstos son los problemas básicos, porque interiormente, como te decía antes, el arte es mucho más sencillo que todo eso, que todo lo que se habla de él.
P.- Puede ser sencillo para algunos, pero yo creo que la mayoría de la gente se encuentra muy perdida frente a una obra de arte.
R.- De acuerdo. pero también se encuentra muy perdida frente a la hipoteca de la casa que se está haciendo; y se encuentra muy perdido frente al problema de que su hijo no le habla; se encuentra muy perdido ante una relación de pareja que se deshace; ante el coche, que es un problema más. Todo el mundo está perdido ante todo. No ante el arte. A veces nos intentan achacar una serie de problemas y nos desechan, pero no desechan el coche. Ya lo mejor el coche no es un buen ejemplo, pero quédate con la vida diaria y te darás cuenta de que aunque estemos viendo todo el día sonrisas estupendas que nos venden cosas, todo el mundo está atasca- do. Ha llegado un punto en que o te vas a África o al Caribe, donde no hayan entrado todavía a disparar, y aún te encuentras a gen- te quizás ingenua, pero que sonríe más claramente, que todavía no ha entrado en ellos la necesidad de tener tantas cosas, y están más felices con menos cosas. Son lugares, África, el Atlas, algunos lugares del Caribe, que tienen sus problemas pero en los que la gente todavía sonríe. Para ver a alguien son- reír de verdad aquí es difícil, porque todo el mundo "está bien", pero de verdad, en el fon- do, no pueden sonreír.
P.- Son sonrisas de cartón-piedra.
R.- Hay muchas tensiones, incluso yo creo que vivimos más tensiones de las que realmente hay.
P.- Eso puede ser a causa de la cultura, de la civilización. Pero el hecho es que el arte actual goza de una mala fama excelente.
R.- Se ha complicado mucho. Esa sensación de que hablas de que este sector sea cada vez más pequeño y más especializado, casi pareciera que es un trabajo de laboratorio, la tengo yo desde hace muchos años. No es de ahora porque hayan sucedido ciertas cosas, la tengo desde hace muchísimos años. No sé si tiene que ser así, pero a mí me da una pereza terrible tener que entrar en el tema didáctico o en el tema, digamos, espiritual en el sentido también didáctico de hacer de cura. No es mi función. Ni sé ni tengo tiempo para ello ni se me daría bien.
P.- Al artista se le debe entender miran- do la obra.
R.- Eso debería ser así. P.- Este año tú eres el representante oficial de España en la XXIV Bienal de Sao Paulo, en Brasil, que sin ninguna duda es el evento más importante que se produce en todo América, incluyendo la del norte, de una manera periódica. ¿Cómo ves tu presencia en una macro-exposición de estas características, con presencia de decenas de países, con exposiciones temáticas, con cientos de artistas diferentes? ¿Crees que tu obra se puede entender en este contexto, o simple- mente ser asumida dentro del marasmo característico de estas exposiciones?
R.- Dentro del marasmo expositivo siempre estás, de un modo o de otro. La información, las exposiciones, este marasmo debes asumirlo. En este sentido yo creo que soy humilde, nunca he pensado que vaya a conquistar el mundo y veo todo esto con expectación, con pura y simple expectación.
P.- El tema central de la Bienal sabes que es el de la antropofagia, el canibalismo como metáfora cultural de mezcla y asimilación de culturas y lenguajes diferentes. ¿Consideras, a raíz de lo que hemos hablado antes, que tu obra encaja en esta filosofía creativa?
R.- El tema de por sí es tan amplio como amplio es el mundo. Aquí puede entrar todo, desde las técnicas apropiacionistas que son tan viejas como el propio arte- hasta las temáticas sexuales, escatológicas, tan actuales. Si tú te sientas a ver el mundo desde la antropofagia, tienes infinidad de caminos para abordarla. Que quizá yo sea uno de ellos, ¿por qué no?
P.- Realmente, el "devórame" parece que es la última clave de toda la cultura, todo está basado en la asimilación de otras cosas, de otras gentes.
R.- A los brasileños les podría explicar que históricamente, por tradición, yo vengo de una tierra, que es Mallorca, que ha sido invadida por otras culturas que nos han ido dejando y que hemos tenido que tragar con todo y regenerarlo, de hecho somos fruto de toda esa conjunción de romanos, fenicios, cartaginenses, árabes, ingleses y todos los que hayan podido pasar por aquí. Y luego ha habido otra invasión que nosotros hemos tenido que asumir, digamos de una manera antropofágica, que han sido los turistas. Mi vida, los 43 años que yo tengo, están mediatizados por eso, por culturas de gente extraña que entra en las islas, y tú tienes que ir asumiendo una serie de cosas que no llegas a entender pero que convives con ellas y que alguna vez vas cogiendo, asimilas unas aunque otras no te gusten, pero todas ellas te van conformando como final- mente tú eres.
P.- Ésa es la historia del arte contemporáneo.
R.- Sí, y es el mismo proceso de la propia historia. Unas veces más exagerado o más dramático que otras, eso son las invasiones, los continuos trasvases de personas, los cambios de fronteras, los cambios de política, las emigraciones, y también, a un nivel más pequeño pero posiblemente más profundo y de una influencia más rápida, sucede lo mismo con las relaciones personales. Esto último es seguramente lo que más nos afecta, todos nos utilizamos no de mala sino de buena manera, pero todos estamos continuamente tomando algo de los demás yeso hay que saber reconocerlo. Ésa es la convivencia.
P.- En tu obra, esta filosofía antropofágica llama la atención más en el aspecto formal, como una técnica. Creo que es una aportación estructural, de una riqueza formal y técnica, como lenguaje y como concepto, que no es frecuente en el arte actual y, además, realizado con una gran claridad.
R.- Mi propia vida es una técnica más al servicio de las ideas, de la obra. Cuando utilizaba mi propio retrato, cuando me hacía mis propios retratos en situaciones diferentes, en países diferentes -que sigo haciéndome-, en esos momentos yo me utilizo como técnica, me utilizo incluso como materia prima, como un pigmento rojo o verde, porque pienso que antes de utilizar algo para representar algo que yo quiero decir y que tenga que ver conmigo, pues prefiero ponerme, usarme a mí mismo.
P.- Puedes ser tú mismo de muchas maneras, con tu retrato, pero también con una representación de tu ADN.
R.- Con un objeto que tú has tocado, como en un ritual, puede ser desde simbólico hasta abstracto puro.
P.- ¿Con qué obra vas a estar presente en Sao Paulo?
R.- Básicamente, excepto en una pieza concreta, lo que hemos querido es unificar un poco. Precisamente porque para presentarme en un medio internacional, en un sentido amplio, es difícil. Hemos intentado, )' aquí sí que creo que hemos hecho un buen trabajo el comisario -Santiago Olmo- y yo. aunar esfuerzos. Si lo hubiera hecho yo solo. tú sabes que yo nunca cuelgo más de dos obras similares en una misma exposición Precisamente para provocar que haya tensiones, porque es cierto que es así, las obras tienen apariencias muy diversas, que quizás n( contenidos, porque pienso que uno siempre trabaja con lo que es él mismo, y lo que cada uno somos son muchas cosas diferentes. Entonces hemos hecho un trabajo de aunar esfuerzos, de aunar obras que expliquen algunas variantes de un mismo modo de ver des de la propia obra. Quizás haya un guiño, que es una obra de 1986, que son dos piezas escultóricas, que son dos bocas de hierro cor dientes de piedra, y que quizás es la obra más metafórica que llevo. No es obra última la obra más antigua que presento es del año 1986, e incluso con estos doce años de perspectiva, me gusta que haya esta metáfora allí. Es una metáfora que no sólo habla d. eso, sino que explica que el proceso en el que estoy metido viene desde muchos años atrás Como yo siempre lo planteo todo en el terreno personal, y aunque odie las metáforas, en este caso digamos que es una metáfora adaptada para la situación pero creada para la ocasión, pues tiene algo de nostálgico, incluso algo casi inocente en este trasvase de tiempo, que me gusta que esté ahí.
Luego está una obra del año 90 que se empezó a gestar en el 89, que es un poco la primera obra drástica que antecede a todo este trabajo que estoy haciendo ahora, que es La Chabola. Es esa pieza fotográfica a la que voy quitándole el sentido que tenía la pro- puesta fotográfica en sí, tú sabes que siempre huyo del costumbrismo hasta el punto de que he creado mis propias escenas costumbristas que rebaten el costumbrismo. Era una escena tan costumbrista pero a la vez tan mágica que me interesó en el plano personal, pero en el plano público no me interesaba nada que se supiesen cosas de mí que yo no quería decir. Entonces la fui tapando lentamente con los propios despojos de la madera de los embalajes de las obras que estábamos colgando en la exposición, de manera que llegó a perder ese sentido y se convirtió en una cosa nueva. Y luego llevamos también las obras que demuestran el proceso de estos últimos cuatro, cinco años de los que hemos hablado antes, hasta incluso uno que he acabado recientemente y que es con material de cuando empecé a trabajar en estos collages pero que los tenía guarda- dos porque no tenía la motivación suficiente como para ponerlo en escena. Incluso he trabajado en él en estos últimos meses con el morbo todavía de romper ciertas partes interiores de las obras, cosa que no había hecho nunca, dejando esas obras todavía servibles pero quitándoles algunas vísceras; esas vísceras las he convertido en partes integrantes de una obra que lleva por título Justificación derecha; y por último, una obra Que ya cono- cías, Diapositivas y corderos. Una cosa Que me ha interesado mucho es Que para evitar hacer ejercicios sobre la propia obra he elegido aquélla Que he seguido desarrollando en un proceso de lectura hacia adelante, como si añadiese páginas a un libro.
P.- Siempre hablas mucho de lo personal, de la relación íntima y personal no sólo con las obras sino con las personas Que estamos alrededor de una manera o de otra, como si toda tu actividad se diluyese en un pequeño club de amigos.
R.- Es un pequeño club de un amigo, Que soy yo, y Que en un momento determina- do se le juntan otros. La relación con las personas siempre aporta mucho, y si hay algo Que odio profundamente es el artista Que Quiere cambiar el mundo. Que habla de los grandes temas, de la muerte en abstracto, de la vida y del amor y de todas esas cosas Que si no se canalizan a través de cosas personales, de contactos directos con amigos, familiares o desconocidos, no son nada. Por eso, para mí la materia prima son las cosas y las personas Que me rodean directamente. No sólo intento aislar en ellos y extraer esos valores humanos universales, sino Que directamente los plasmo a través de situaciones muy concretas. No hablo en abstracto, sino en lo más práctico, en lo más concreto. Lo Que pasa es Que no lo digo de forma costumbrista, por lo Que quizá un espectador no capte esa sensación.
P.- Lo Que sí se capta es una sensación de gran libertad, de comodidad creando.
R.- Eso, pues eso es. Y esa comodidad, ¿Qué la da? La dan tu casa. tus amigos, tu entorno. El Que no ve las cosas superficialmente, el que no lo ve todo como si fuese un anuncio de televisión, lo capta, intenta profundizar un poco. Aunque por desgracia, como decíamos antes, cada vez hay menos gente que se entretenga, pero no es sólo con el arte, es que no parece que tengamos tiempo para dedicárselo a las cosas ni a las personas. Tenemos tiempo pero hemos cambiado las prioridades de nuestros intereses y las personas, las cosas cercanas parecen haber perdido valor. Esto pasa incluso leyendo, la gente lee entre líneas, saltándose aquello que cree que es prescindible, y no se ha enterado de cosas esenciales para comprender el libro, no se ha enterado de nada. Así pasa que hemos leído el mismo libro que otra persona pero realmente hemos leído un libro total- mente diferente. Lo mismo sucede con las personas, nos saltamos aquello de lo que creemos poder prescindir sin damos cuenta de que esa parte es esencial también para en- tenderla, para poder quererla. Porque no dedicas lo que deberías dedicar al espíritu.
P.- Eso pasa también a la hora de mirar arte...
R.- Con el arte es devastador. Sabes que yo me muevo a veces por pequeñas cosas que me suceden, y recuerdo una vez una exposición en Madrid, en la galería Egam era de un artista catalán que exponía antes que yo. Entró un espectador como Groucho Marx, con unas zancadas bajó las escaleras, dio una vuelta con zancadas grandes y me dijo, a mí, porque yo estaba en la puerta, "tan rápido lo pintó, tan rápido lo veo y me voy". Aquello me dio mucho que pensar. En cualquier caso, como decía Wittgenstein en su Tractactus: "De aquello de lo que no se puede hablar es mejor callar". Para mí, ésa es la mejor definición del arte.

·· (A propósito de RESNOU) · Dionisio Cañas

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Palm Springs Banyalbufar, 1987 / 65x200 cm.


L. y T. Frente al precipicio de las imágenes. 52

Dionisio Cañas
Nueva York, noviembre de 1987

Texto con motivo de la exposición RESNOU, de Luis Pérez-Mínguez y Antoni Socías, en La Lonja de Palma de mallorca / Primavera 1989

Dos pájaros a punto de partir: L. y T.
Un bar irlandés llamado McCarthy’s, en la cale 14 y la Séptima Avenida de Nueva York. Una noche de primavera en Manhattan. Tres amigos, los espejos enormes, desgastados, sucios, reflejando a unos cuantos borrachos, algunos vagabundos, la espalda del camarero, el lado oculto de las botellas. “Hay que empezar”.
Al pasar al bar, L. y T. entran por primera vez en su imagen-espejo: imagen de L., imagen de T. luces de neón rojas, verdes y blancas, imagen de tres amigos. Foto-fantasma que no queda: L. y T. reflejados en el gran espejo del bar McCarthy’s. “Hay que empezar”
Una mesa lateral de madera grasienta y sucia, banquetas cubiertas de plástico rojo. “Hay que empezar”.
L. ha puesto los pies sobre el invisible precipicio de las imágenes. Se ata las cámaras, vídeo, alas de plástico, acero, cristal, celofán, pilas. T. mira a su alrededor, reconociendo el terreno, paisaje-bar. T. extiende las alas lentamente, mirada pausada, aire duro y terso, botellas, baldosas rojas, negras, ventilador grande, “out of order”. L. se mueve rápidamente: hélices de un ventilador a tope. T. está calmado por fuera, por dentro hélices que inician sus lentas rotaciones. “Hay que empezar”.
El ojo de L. gira lentamente, tenso, sobre el eje de su cuerpo. Reconociendo, reconociéndose en el espejo: oasis de imágenes. El ojo de T. da vueltas buscando, buscándose en los ojos de los demás, de las cosas. L. va y viene, T, sentado, pasea la mirada. “Hay que empezar”. Más cerveza, más whisky. Dan vueltas, L. y T. andan de un lado para otro sobre el suelo cuadriculado, rojo, negro. Van y vienen los dos, ojos que se cruzan en el aire sucio y espeso del bar McCarthy’s. “Hay que empezar”. Dos pájaros, dos vuelos de velocidades diferentes, un bar, unos cuantos amigos. “Hay que empezar”.
Dar vueltas, ir, venir, alas de plástico, celofán, acero, cristal. “Hay que empezar”. Pequeña luz roja en las cámaras. “Hay que empezar”. Luz verde. Todo lo que nos rodea es principio, página blanca para la imagen. “Hay que empezar”, lanzarse. Aves planeando sobre unos cuantos borrachos, un negro durmiendo, un televisor, unos vagabundos en el bar McCarthy’s. La penumbra es propicia para robarle las imágenes a la vida. Fijar fijándose, mirar mirándose. “Hay que empezar”. McCarthy’s, unos amigos. Nueva York, primera pieza de un rompecabezas llamado U.S.A. CLICK.

·· Zapping Mental · Margot Molina

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TVd4, 1987-202 / 75x105 cm. / Marquetería, collage, dibujo y pintura


Zapping Mental

La exposición que Antoni Socías presenta en Sevilla se compone de dos series.
Una a partir de la televisión y otra a partir de elementos combinados.

ANTONI SOCIAS
“Antes de nada, salvemos nuestras mentes”
Galería Rafael Ortiz Mármoles, 12. Sevilla Hasta el 27 de febrero


Antoni Socias (Inca, Mallorca, 1955) fagocita su propia obra para crear nuevas imágenes que aparecen plagadas de elementos añadidos: números, textos irónicos disfrazados de informaciones objetivas, logotipos e incluso datos sobre técnicas y medidas de la propia obra. Antes de nada, salvemos nuestras mentes es el título de la nueva aventura de Socias, artista multidisciplinar para quien este año se cumplen 30 desde que realizó su primera individual en Palma de Mallorca. En esta muestra, la cuarta que protagoniza en la galería sevillana Rafael Ortiz, el mallorquín ahonda en el medio ambiente, un tema que trata desde el inicio de su carrera. "La ecología mental" que pone en práctica Socías impregna tanto los nueve dibujos de la serie TV darawings, un trabajo que inició en 1987 pero que muestra ahora por primera vez; como las 12 piezas que integran 2003.
El encargo de un calendario, 12 imágenes generadas por ordenador a partir de fotografías tomadas por el artista, es el origen de la obra 2003. Antoni Socías asegura que se ha situado "al margén de todo fundamentalismo ecologista para ofrecer una visión personal del panorama medioambiental". Este impactante calendario, cuyo lema da título a la exposición, ofrece una plantación de latas de refrescos (febrero); una barca que navega entre un mar de plásticos (mayo), en lo que parece una premonición del desastre provocado por el Prestige, o para colmo de la renovación tecnológica, una señora ha cambiado su móvil por una berenjena (noviembre).
Los TV darawings, inspirados por los dibujos que en 1987 realizaba su hijo de siete años mientras veía la televisión, suponen la puesta en práctica de su principio de ecología mental y se presentan enmarcados como si se tratara de un televisor de pantalla plana. "Me he obligado a ver la televisión de otra forma. Me sentaba frente a ella con lápiz y papel. El ejercicio ha supuesto ir más allá de la basura que nos obligan a ver; mi mente ha ido captando imágenes y macerándolas para crear situaciones de con- trastes entre la estética y el concepto", comenta Antoni Socías. El resultado de este zap ping mental puede verse en la galería Rafael Ortiz. El resto de las obras, otras nueve, que integran la serie se exhibirán en la galería Altair de Palma de Mallorca en abril.

·· Antropofagia y proceso · Santiago B. Olmo

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2034 Cuadrados, 1994-95 / 240x974 cm. / Collage de pinturas anteriores


Antropofagia y proceso
Historias de canibalismos y de cómo devorarse a sí mismo

Texto para el catálogo de la representación española en la XXIV Bienal de Sao Paulo

Algunas de las más profundas transformaciones de los marcos perceptivos en la cultura del siglo XX han dependido de los cambios de actitud del artista frente a su propia obra y respecto a los lenguajes artísticos. En el núcleo de estas transformaciones se ha situado el problema de la creación, entendido desde su condición dramática y desde su vivencia trágica. Abordar la creación supone precisar el sentido de la obra artística con relación a sus contextos sociales, culturales y políticos, y sobre todo definir el papel de la individualidad creadora así como sus procesos internos.
Probablemente una de las aportaciones más significativas a la comprensión de los procesos creativos ha sido la aplicación de la idea de antropofagia al análisis de la formación de las culturas, desde el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade, publicado en 1928. Si bien el manifiesto de Andrade (que ya en 1924 publica el Manifiesto de poesía Pau-Brasil, y que debe considerarse como un precedente en la búsqueda de raíces) se inscribe en el clima intelectual de los manifiestos futuristas y dadaístas europeos, pretende reivindicar una mirada propiamente brasileña para comprender el mundo y su propia tradición cultural, las implicaciones de la antropofagia como herramienta de absorción, apropiación, integración de lo otro, de lo ajeno, permiten considerarla como una eficaz metáfora no solo de los procesos culturales de mestizaje, también como símbolo de una actitud del artista o del creador frente a la realidad y a las tradiciones. En el mundo contemporáneo la antropofagia posee una absoluta actualidad en la medida en que describe esencialmente una actitud y una sensibilidad artísticas, que se dirigen hacia lo interdisciplinar, a la integración de heteróclito y diverso, a la integración del proceso creativo como elemento fundamental de la obra, pero sobre todo adquiere un relieve especial con relación al multiculturalismo como fenómeno contemporáneo. No solo constituye un precedente que además está ligado a la literatura, a la poesía y a dimensiones antropológicas, filosóficas, sociales y también musicales. La metáfora de la antropofagia permite y abre una lectura más amplia y profunda del multiculturalismo, quebrando algunas de las escalas de valores eurocéntricas implícitas en las formulaciones teóricas más canónicas, situando los aspectos reivindicativos de esta corriente en un plano más decididamente lúdico y festivo, recuperando el elemento, esencial, del placer sensual de “devorar”.
La experiencia del modernismo brasileño se desarrolla en los años 20 en la tensión entre cultura popular y tradición culta, entre tradiciones autóctonas e inmigraciones, un panorama que a lo largo del siglo XX se ha ido extendiendo y generalizando adoptando una infinidad de situaciones diversas e idénticas, incesantemente matizadas. De ahí sus elementos precursores y desde luego su actualidad.
Antropofagia y proceso mantienen una estrecha conexión en la creación artística. Si bien no significan lo mismo, ambos conceptos dirigen la reflexión y el análisis hacia actitudes muy paralelas, que en ciertos casos se convierten en coincidentes.
Para abordar una obra como la de Antoni Socias, compleja, laberíntica y perturbadora, parece necesario hablar y dar vueltas alrededor de la antropofagia-metáfora, de la idea de proceso, y también muy significativamente de literatura. O mejor dicho de cómo se cuentan y se han contado las historias. Su obra es una acumulación de narraciones y de experiencias que no se plantea solo como un relato, también como una sucesión de preguntas sin respuestas.
En el ámbito literario es donde con más claridad se ha desarrollado una experimentación volcada sobre el proceso. Las formas narrativas, pero también las poéticas, han facilitado la integración del proceso en la obra literaria, así como un análisis pormenorizado de sus condiciones y sus posibilidades.
Otra obra emblemática del modernismo brasileño Macunaíma de Mario de Andrade ofrece perspectivas muy sugerentes de cara a la idea de proceso. La forma en la que está escrita esta novela nos remite a un collage de referencias que se nutren las unas a las otras pervirtiendo esquemas temporales y subvirtiendo la lógica de la realidad a través del mito. En cierto modo el proceso creativo sigue un camino antropofágico de apropiación, deglución, digestión y asimilación de tradición y de modernidad, para narrar, con un ritmo de movimientos peristálticos, una epopeya construida como metáfora del dominio de la duda y de la indefinición sobre las certezas. Mario de Andrade construye desde ahí su visión de la identidad brasileña: una realidad en la que la indefinición expresa una densidad de posibilidades por desarrollar, que reúnen la riqueza y la variedad de un collage de mestizajes. La novela se despliega como una fusión de magia, invención, imaginación y realidad, a través de una narración nunca sujeta a normas.
João Ubaldo Ribeiro, inicia la larga andadura de su novela Viva o povo brasileiro (Viva el pueblo brasileño)con la siguiente sentencia: “El secreto de la Verdad es el siguiente: no existen hechos, solo existen historias”, quizás para subrayar que la realidad debe ser entendida desde dentro de las múltiples miradas que la observan y la viven.
Pero es probablemente Italo Calvino uno de los escritores contemporáneos que con más agudeza y mirada certera ha plasmado en sus relatos la identidad entre narrativa y proceso perceptivo. Narrativa y percepción no solo siguen una línea paralela, se superponen y se funden. Ambos se convierten en planos interdependientes, lo que consecuentemente implica la integración entre arte y vida. Más aún lo que Calvino pone de relieve desde su narrativa es la importancia que adquiere el proceso analítico que sigue la percepción de lo cotidiano como base de toda vivencia y experiencia vital así como de toda posibilidad creadora. Esto no significa evidentemente que arte y vida se confundan o que el arte consista únicamente en el testimonio de la experiencia subjetiva, sino que por el contrario se alimenten mutuamente consolidando la conciencia de los procesos.
Quizás el testimonio más claro de estas actitudes está en los relatos de Palomar, donde desmenuza con el espíritu de entomólogo los laberintos por donde discurre la interpretación cotidiana de la realidad que es a la vez capaz de dar consistencia a una reflexión más profunda sobre el significado del destino de la humanidad.
Curiosamente Italo Calvino aborda el problema tabú de la antropofagia en su relato Bajo el sol Jaguar. Perteneciente a un ciclo incompleto sobre los cinco sentidos, el relato describe las experiencias de un viaje por Méjico, superponiendo la experiencia culinaria que descubre el placer de los nuevos e insospechados sabores con la idea de que los sacrificios humanos de los aztecas implicaban una antropofagia selectiva y ritual. Fue publicado por primera vez bajo el título de “Sabor Saber” (Sapore Sapere), subrayando algo que la antropofagia-metáfora indica respecto a la creación, el saber y el conocimiento del otro y de lo otro pasa a través de un proceso de asimilación, de canibalización, que permita que aquello que comemos forme parte de nosotros. El conocimiento pasa por el gusto y por la comida, por el placer del sabor: “El verdadero viaje, en cuanto introyección de un “fuera” distinto del nuestro habitual, implica un cambio total de la alimentación, un engullir el país visitado, en su fauna y flora y en su cultura (no solo las diversas prácticas de la cocina y del condimento, también el uso de los diferentes instrumentos con los que se muele la harina o se remueve la cazuela), haciéndolo pasar a través de los labios y del esófago.”
En las artes plásticas la conciencia del proceso creativo ha seguido un camino laberíntico y lento. Más allá de los hallazgos de Yves Klein o Piero Manzoni, es en la escena más actual donde asistimos a una eclosión de obras y propuestas volcadas sobre la idea de proceso.


Contexto para un banquete

En las últimas décadas el panorama artístico contemporáneo ha seguido un camino de flexibilización técnica sin precedentes que ha permitido la aparición de territorios plásticos intermedios construidos desde la integración de técnicas diversas. Estos ámbitos se han generado a partir de la necesidad de expresar la multiplicidad de lo real, especializando cada lenguaje o cada técnica. Es decir incidiendo en una especificidad de sentido y de significado para cada lenguaje. En el fondo se trata de la especialización de cada uno de los medios expresivos, que manifiesta la voluntad de no renunciar a nada y de integrar todo dentro de un proyecto artístico global. En efecto no significa lo mismo utilizar la fotografía como documento que como boceto, o la pintura como desarrollo de formas que como descripción. El artista ha desarrollado frente a la obra y frente a los lenguajes disponibles la actitud propia de un entomólogo que analiza y valora las consecuencias de cada uno de sus movimientos o propuestas. Todo ello implica una permanente reflexión sobre la propia obra, un análisis y una autocrítica que están dirigidas a delimitar y a la vez extender el sentido de la experimentación, de la vivencia artística y de sus conexiones con lo cotidiano. En definitiva pone de manifiesto la estrecha relación de la obra con los planos más ligados a los procesos, tanto los internos y vivenciales como los que implican a los discursos teóricos.
La versatilidad técnica resultante no está sujeta al azar, todo lo contrario, implica un esfuerzo de precisión y control cuyas reglas fundamentan la coherencia global del proyecto.
Los diversos lenguajes –algunos tradicionales como la pintura, otros ligados a la aplicación de las nuevas tecnologías como el vídeo, así como la afirmación de la fotografía como un medio artístico autónomo de lo documental- son considerados como las herramientas imprescindibles y necesarias de proyectos artísticos no sujetos a una fidelidad o coherencia técnica. Por el contrario la actitud artística se ha convertido en el principal indicador de la coherencia y de la eficacia de cualquier proyecto artístico.
Desde esta perspectiva las actitudes vivenciales y artísticas han de ser entendidas como la coherencia de las intenciones vivenciales y artísticas.
Antoni Socías pertenece a una generación de artistas que tras una etapa de formación centrada en lenguajes y técnicas precisas y delimitadas, ha optado por una perspectiva de interdisciplinariedad, mestizajes e hibridaciones. Desde ahí han abordado la idea de proceso como pivote esencial de su trabajo, elaborando proyectos en los que la acumulación de imágenes y objetos, el reciclaje de materiales y obras, dan lugar a una mirada antropofágica sobre la realidad.
A esa misma generación, pero sobretodo a esa misma sensibilidad, y por motivaciones e inquietudes diversas, desde posiciones diferentes, también pertenecen artistas como Pep Duran, Perejaume, Carmen Calvo, Jaume Plensa, Jaume Barrera, Fernando Sinaga, Eugenio Cano, Jessica Stockholder, Jac Leirner, Eugenio Dittborn, y muchos otros que desde la acumulación y la hibridación delinean una incesante densidad significativa para la obra, inmersa en una idea de proceso.
Los precedentes de esta sensibilidad hay que buscarla en esos raros artistas cuyos planteamientos se han mantenido en una experimentación radicalizada y resistente a integrarse plenamente en movimientos artísticos definidos.
Sin duda la obra de Antoni Socias mantiene relaciones de afinidad y sintonía con artistas tan diferentes entre sí como Richard Tuttle o Luis Gordillo. La influencia en España de Luis Gordillo ha sido decisiva por sus aportaciones no solo en pintura, sino especialmente respecto a la conciencia del proceso artístico. En sus trabajos de los años 70 introduce la fotografía o la fotocopia, para aplicar los resultados a una perspectiva pictórica. La pintura de Gordillo sigue un camino fundamentalmente “gástrico”, devorador y asimilador de influencias, antropofágico no solo en la sensibilidad si no incluso en lo temático, como cuando aborda ciclos como los “meandros”, laberintos en forma de canales o de intestinos que consumen a la pintura. Pero la importancia del proceso creativo durante la realización de la obra adquiere una relevancia sin parangón en otros artistas: el cuadro se genera a partir de la lucha devoradora de unas formas con otras, permitiendo tanto la aparición como la desaparición de diferentes cuadros durante un largo proceso meditativo de gestación. Gordillo documenta los procesos con su propia cámara y asiste, impávido, como un entomólogo que observa y analiza, a los cambios que su propia obra le va presentando. Todos los cambios permanecen y pertenecen a la obra pero quedan ocultos por la versión definitiva. Entre todas las posibilidades siempre se afirma una, pero en ella se contienen los gérmenes de sus variaciones. Cada cuadro crece y se desarrolla como una vida humana, abierto al principio, mientras se cierran sus posibilidades con el crecimiento.
Richard Tuttle en cambio ha trabajado en la fragilidad de los procesos mediante el collage, construyendo objetos y artefactos de aspecto efímero, situados entre la pintura, la escultura y la instalación. Sus procesos integran el objeto encontrado y reciclan el resto y el fragmento.
El trabajo de Antoni Socias se basa en el proceso creativo y en sus laberintos formales y teóricos, en los que se integran el humor, la ironía y una implacable autocrítica.
Desde finales de los años 80, Antoni Socias utiliza el término de Acreción para definir su propia metodología de trabajo. Según el diccionario este término denota la manera de hacer crecer un cuerpo determinado a través de la adición de otros elementos, y es utilizado por la ciencia para describir procesos biológicos o físicos de crecimiento, de los que no quedan excluidas ciertas características “antropófagas”.
Socias emplea en sus procesos el collage, la apropiación y la manipulación, tanto de objetos como de imágenes propias y ajenas, empleando los materiales y objetos que rodean su vida y su trabajo, llegando a utilizar sus propias obras y el archivo fotográfico que ha documentado su producción artística, como material básico con el que generar nuevas obras.
La obra es su propio proceso.
Habitualmente unos trabajos remiten a otros anteriores, y entre ellos se establece un vínculo de dependencia sutil que muestra un largo proceso de gestación.
Al observar en perspectiva la complejidad de esos desarrollos se entienden con precisión el sentido y el significado que van adquiriendo los nuevos trabajos: es algo así como contemplar las necesidades de un proceso digestivo.
Antoni Socias desarrolla su trabajo durante los años 70 y parte de los 80 en la pintura. En esos años su talante reflexivo y analítico le conduce a emprender proyectos experimentales como Silenci Bàsic, una instalación pictórica en diversas calas de Mallorca, en la que acompañado de un grupo de amigos pinta algunas de las rocas más emblemáticas del paisaje. La pintura representa un progresivo camino de silencio al enfrentarse con la naturaleza, y se convertirá a partir de entonces en el terreno de una investigación cuya herramienta principal será la fotografía. Un proyecto decisivo en este desarrollo será Resnou (1989), realizado en colaboración con el fotógrafo Luís Pérez-Minguez en un viaje que ambos emprenden a través de los Estados Unidos. El resultado será un inmenso fresco fotográfico de un diario de viaje surrealista, construido con dípticos en los que se acoplan imágenes dispares pero complementarias en su sentido o en su significado. La fotografía empezará a integrarse en la pintura, y la pintura en la fotografía, incidiendo en la idea de acreción, surgiendo paralelamente ciclos abiertos de imágenes irónicas y humorísticas que contienen una enorme dosis de crítica, agrupadas bajo el título tan ambiguo como mordaz de Escenas Costumbristas, que remiten por otra parte a sus trabajos fotográficos de los años 70.
El proceso explica la propia obra, y quizás porque constituye uno de sus aspectos más sustanciales acaba integrándose y confundiéndose con ella.
El proceso es de este modo parte esencial de un clímax perceptivo que permite profundizar en las intenciones y actitudes contenidas en la obra.
El proceso permite al artista compartir con el espectador las luces y las sombras del momento creativo. Desde el proceso es posible hablar del arte pero también y sobretodo de la vida, sin que entre ambos se establezca un abismo de separación o de disociación. El proceso refleja la vida. Del mismo modo, la obra acumula sus huellas, sus restos, sus objetos y su memoria. Forty Seven + 1 (1996) recoge a lo largo de 30 metros lineales, a modo de un diario de taller, los materiales que han ido alimentando un proceso creativo que es obra de sí mismo.
Esta pieza tiene sus precedentes en One Hundred (1993-95)en la que el artista emprende sistemáticamente a lo largo de cien papeles con idénticas medidas un diario de materiales y de referencias.
En las obras de Antoni Socias se mezclan los lenguajes, porque cada idea posee su lenguaje vehicular. De este modo es posible no solo alternar o simultanear, sino sobre todo entremezclar e integrar en una sola pieza los varios lenguajes que ofrezcan los registros deseados. Desde la pintura, a la fotografía, objetos encontrados, esculturas, instalaciones... o el relato. Así ocurre por ejemplo con el proyecto 99 cacahuetes y mi madrina (1997), en el que 99 imágenes de este fruto seco van acompañadas de 99 relatos que describen procesos de la sensibilidad en contextos cotidianos. En estos relatos puede apreciarse la huella y la influencia de Italo Calvino como una perspectiva que caracteriza a la mirada. Por otra parte estos relatos reflejan una óptica paralela a las Escenas Costumbristas, en un contraste en el que representan respectivamente análisis y síntesis de una mirada desenvuelta y sobretodo implicada con el humor.
Ningún lenguaje compite entre sí, no se establecen jerarquías, por el contrario la diversidad se complementa.
El proceso desvela dos principios antagónicos pero finalmente coincidentes: ordenar el caos e introducir caos en el orden. Por ejemplo Justificación derecha (1998) ordena los restos del proceso creativo, los materiales sobrantes y desechados para otras obras, como un texto o un inmenso poema visual.
Chabola (1989) es una pieza en la que se anticipan algunas metodologías del trabajo procesual posterior: la fotografía es recubierta parcialmente por trozos de madera de su propio embalaje, impidiendo que la mirada capte la imagen para que así sea percibida como un objeto.
La dimensión temporal e ilimitada de la acumulación en el proceso ofrece una densidad de significados y de sentidos, definiendo el carácter de una obra abierta. Abierta esencialmente sobre sí misma.
Antoni Socías establece un discurso plástico volcado sobre su propia obra, a través de un procedimiento antropofágico y autofágico. Del mismo modo que la vida absorbe, integra y devora estímulos, percepciones, sensaciones y objetos, su proceso artístico integra todos estos materiales plásticamente desde la diversidad formal. El proceso artístico de sus obras adquiere el cuerpo de otra obra a través de los restos, de los fragmentos desechados como un reciclaje de lo sobrante. Pero también la obra acabada se convierte en material y metáfora de un proceso inacabable de intensa autofagia. Como un Saturno que devora a sus hijos, Antoni Socías destruye cuadros o fotografías, para recomponer, a partir de sus restos y fragmentos, en un nuevo orden, nuevas obras. Así surgen 2.304 Cuadrados (1994-95) constituida por 2.304 cuadrados de 10 x 10 cm. pertenecientes a cuadros realizados durante los 10 años anteriores y reestructurados en 8 paneles; o Emiliano (1997) formado por 12 paneles construidos con los fragmentos de las academias y los dibujos al carbón realizados durante su paso por la Academia de Bellas Artes de Barcelona.
En Slide and Sheep / Second Life (1995-98) las diapositivas pertenecientes al archivo del artista (originales, duplicados y sobrantes) ocultan y desvelan fotos y obras sobre papel que hacen la función de soporte para un collage de marquitos de diapositiva blancos, negros y grises. Los fragmentos organizan un palimpsesto.
Nada escapa a la voracidad compulsiva de A. Socías: la destrucción significa siempre construcción y creación.
Una metáfora de las actitudes antropofágicas del artista está constituida por Maquinaria (1986), dos esculturas de suelo que representan inmensas bocas dentadas y abiertas dispuestas a devorar todo aquello que caiga entre sus fauces.
Las actitudes “antropofágicas” de Antoni Socias se desarrollan en dos niveles, ambos estrechamente relacionados con el proceso. Por un lado procede a una canibalización de referencias provenientes del mundo exterior, de la vida (de su experiencia) y de la cultura contemporánea, integrando procedimientos, técnicas y lenguajes, así como materiales, perspectivas visuales y teóricas, imágenes, para luego devorarlas con voracidad y reciclarlas en un complejo proceso intestinal. Por otro lado acomete una canibalización de sí mismo y de su propia obra, destruyendo para crear de nuevo, en un proceso sin fin que acaba por constituir la clave fundamental de la obra: acumulación, densidad, reciclaje y auto-fagia.
Algunas de estas actitudes son descritas metafóricamente y expresadas en forma de irreverentes aforismos en la delirante historieta El hombre que se comió a sí mismo, y lo que pasó dentro, del dibujante Pere Joan con quien Antoni Socias mantiene una larga amistad. La historieta narra como un hombre procede sistemáticamente a devorarse por partes. Primero los dedos de la mano, de los pies, un brazo, las piernas,... hasta acabar consumiéndose. Las escenas del personaje devorándose a sí mismo mientras analiza los acontecimientos, fluyen paralelas a lo que ocurre en su estómago cuando llegan las diversas partes del cuerpo para ser asimiladas por el organismo. Los jugos gástricos reflexionan sobre las contradicciones que crea la situación de verse obligados a asimilar y desmenuzar partes del propio cuerpo, y el auto-caníbal se lanza a disquisiciones de tono filosófico. El canibalismo, incluso el metafórico puede representar una forma de vida, una manera de aprendizaje.
“Conócete a ti mismo... cómete a ti mismo”, dice ante el espejo “el hombre que se comió a sí mismo”. Antoni Socias procede devorándose a sí mismo, para construir y desmontar a la vez su obra, para llevar a las extremas consecuencias un análisis que permita conocer mejor la realidad que se vive y entender por qué precisamente de esa manera. “Somos lo que comemos”, vuelve a repetir nuestro personaje auto-caníbal, pero inevitablemente comemos, devoramos, aquello en lo que nos convertimos, esa es una de las reglas básicas del espíritu antropofágico. Socias vuelve sobre sí mismo con la persistencia del onanismo pero sin que eso signifique mirarse el ombligo. Todo lo contrario, los objetivos parecen dirigirse a desmenuzar y demoler cualquier endiosamiento, a ejercer la autocrítica y a mostrar la insatisfacción permanente del artista hacia la obra. Cuando la obra vuelve sobre sí misma, sobre su pasado, sobre su proceso, adquiere un espesor reflexivo, denso en significados, abriendo múltiples lecturas. Aparentemente esta forma de auto-canibalismo parece entrar en contradicción con uno de los primeros aforismos del Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade, cuando afirma “Solo me interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago”. Sin embargo el interés de Antoni Socias está tanto en “lo que es mío” como “en lo que no es mío”. Un gusto tan refinado por devorarse a sí mismo, implica haber aprendido a devorar a los demás, a devorar vorazmente la realidad.